El descubrimiento
del platino se remonta a la época precolombina, cuando en
América, los indígenas utilizaban este metal con diversos fines. El primer
relato que menciona este elemento es un registro del escritor italiano Giulio
Cesare della Scala que data del año 1557, que lo describe como un extraño metal
al cual ningún español podría fundir jamás.
Este metal no llegó
a Europa hasta 1735, cuando el militar, naturalista y escritor español Antonio
de Ulloa lo trajo de uno de sus viajes. Por último, en 1783, el químico
francés Pierre-François Chabaneau fue el primero en lograr un
método de producción de platino viable. Su nombre se debe a su
parecido con la plata, con la cual fue confundida en un principio.
El platino es
entonces un metaloide, tiene un color plateado, gris brillante y de tonos
blancuzcos. Se trata de un elemento muy maleable, dúctil y resistente, que no
se oxida en el aire a temperatura alguna, además, tiene la capacidad de
absorber amplios volúmenes de hidrógeno y retenerlo a temperaturas regulares.
En la actualidad se conocen 7 isótopos de platino, de los cuales solo 5 son
estables. Este metal puede hallarse en estado natural y siempre junto a muchos
otros elementos, los cuales se conocen como los del grupo del platino.

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